Esta semana leímos un
artículo muy interesante sobre el sonido del mar en las caracolas. A todos nos
ha sorprendido en algún momento de nuestra vida escucharlo sin más que acercar
nuestra oreja al agujero de una caracola, ¡y
nos gusta!
Dice la cultura popular
que las caracolas guardan en su interior el sonido del mar, pero ¿realmente
escuchamos el mar? ¿Qué escuchamos? ¿A qué se debe?.
Lo que suena dentro de la
caracola es un murmullo que nos recuerda al sonido del mar porque es
fluctuante, como las olas que van y vienen. Ese sonido se produce porque en su
interior hay aire vibrando, es decir, sonando.
El sonido en general se
produce por la vibración de algo en un medio, como el aire o el agua. Por
ejemplo, una cuerda de una guitarra vibra. Al vibrar, las moléculas de aire que
están en contacto con ella también vibran. Esta capa hace vibrar a una segunda
capa que está en contacto con ella, y ésta a una tercera y así sucesivamente.
Estas ondas pueden entrar
en contacto con otro objeto y hacerlo sonar. Nosotros oímos, porque las ondas
sonoras hacen vibrar el tímpano del oído.
En el caso de la caracola
cualquier perturbación sonora a su alrededor contribuye a generar el
sonido en su interior. Desde alguien hablando cerca, un coche pasando hasta
cosas tan suaves como los soplos de aire que golpean suavemente el exterior de
las paredes de la concha.
Estas perturbaciones hacen
vibrar el aire contenido en la caracola y refuerzan algunas frecuencias.
Así, murmullos que eran
imperceptibles se hacen audibles para nosotros, que podemos percibir tan solo
un intervalo muy definido de frecuencias.
Dado que las
perturbaciones externas son fluctuantes, el sonido resultante es similar al de
las idas y venidas de las olas en una playa.
En realidad, cualquier
objeto semicerrado, como un vaso, por ejemplo, produce un efecto amplificador,
como el descrito con la caracola.
Fuente: http://www.rtve.es/noticias
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